martes, 1 de septiembre de 2009

Algo sobre Cioran...


En la revista Metapolítica (marzo/abril 2009) Víctor Hugo Malfavón publicó un artículo titulado "Olvidar a Cioran":

"LA ESTERILIDAD DEL CINISMO

La escritura de Cioran, como la de tantos otros, tiene su origen en el horror. La experiencia universal y constitutiva del horror de existir, ante la cual cada individuo no es sino una forma particular de reacción, es articulada por Cioran en un enunciado interminable cuya proposición esencial es una simple y absoluta negación.
Esta negación es estructurada por toda una característica constelación de especies: el suicidio, la mística, la Historia, etcétera. En realidad, para Cioran casi todo es un buen motivo para expandir el funcionamiento de su máquina discursiva, cualquier cosa puede introducir una variación en su ampulosa sinfonía verbal. Siempre fue consciente de ésta y todas las taras de su obra. Como el sofista experimentado que fue, las usó incluso para seguir sosteniéndola. De manera cínica exaltó su propia miseria y la ostentosa esterilidad de su empresa. Con ello, pretendió dar una vuelta de tuerca más a sus formulaciones. En todo momento se esforzó más por llevar cada vez más lejos las consecuencias de esta "negación cínica", cuya lógica terminaría predectiblemente agotándose, girando en torno a sí misma. Por voluntad propia, Cioran acaba irremisiblemente confinado en una vacuidad patética.

EL ATENTADO CONTRA EL PENSAMIENTO

Mi crítica a Cioran se centra en la violenta condena que hace de la tradición filosófica occidental. ¿Cuál es la razón por la que rige como objeto de sus afectadas injurias, de sus esterilizadas maldiciones, a Aristóteles, a Kant, a Hegel?
El ataque de Cioran contra la filosofía se apoya básicamente en dos puntos: por un lado, una pretendida superioridad de la facultad de sentir (sensación) sobre la de pensar (intelección) y, por otro, una presunta artificialidad del lenguaje filosófico. La línea argumentativa del primero sólo puede interesarnos por lo que tiene de síntoma, pues en sí mismo es una evidente gratuidad.
El segundo punto, sin embargo, tiene importantes implicaciones. De hecho, es tal vez precisamente ahí donde podemos situar tanto el valor como la nulidad, el logro y la derrota de Cioran. Aunque sus observaciones sobre las características del lenguaje filosófico poseen un peso innegable, son perfectamente reversibles, y esto él no quiso, no pudo o no se atrevió a pensarlo.
En Breviario de podredumbre (Punto de lectura, 2004, p.111), nos dice: "Frente a la música, la mística y la poesía, la actividad filosófica proviene de una savia disminuida y de una profundidad sospechosa, que no guardan prestigio más que para los tímidos y los tibios". ¿Es realmente la filosofía, en cuanto ensaya el modelo de un (des)orden y establece, para desplazarlas infinitamente, las coordenadas del universo, una empresa superflua y sin radicalidad, propia de hombres débiles? "El universo no se explica, se expresa..."(p.112), Cioran descalifica de modo rotundolas intenciones de la filosofía. ¿Por qué? Repudia la abstracción. No cree en la fecundidad del concepto, sólo en la intensidad de la sensación. "No comenzamos a vivir realmente más que al final de la filosofía..."(p.113)
En vista de esta "nulidad" de la filosofía, Cioran propone un retraimiento en la sensación, en la ítima autoexperiencia sin palabras. Este curioso movimiento implica una ineludible pasividad que asume consecuentemente. Nada debe perturbar esta pasividad, y menos que nada las ideas. "En sí misma toda idea es neutra o debería serlo; pero el hombre la anima, proyecta en ella sus llamas y sus demencias. Impura, transformada en creencia se inserta en el tiempo, adopta la figura de suceso..."(p.29). La idea es matriz de un acontecimiento: he aquí por qué Cioran la execra por principio y nosotros nos aferrramos a ella. "En cuanto nos rehusamos a admitir el carácter intercambiable de las ideas, la sangre corre (p.31). Una idea neutra es inconcebible, así como pensar que al menos "debería serlo". Del mismo modo, una filosofía, un sistema de conceptos, debe funcionar, si no es así se puede prescindir de ella.
Sin embargo, el verdadero ataque de Cioran empieza cuando centra su atención en el lenguaje de la filosofía. "El Árbol de la vida, la Serpiente, Eva y el Paraíso, significan tanto como: vida, conocimiento, tentación, inconsciente" (p.279). Este es el punto crucial: "una retahíla de fórmulas reemplaza la pompa de las antiguas leyendas sin que por ello las constantes de la vida se encuentren modificadas" (pp.279-280). ¿Cuáles son estas "constantes de la vida humana"? En el burdo carácter de esta conservadora noción se sustenta el propósito de olvidar a Cioran, en el enorme potencial alienante, ofrecido como subversidad, que lleva inextricablemente implícita.
En contra de esto hay que afirmas que los términos en los que se estructura y avanza el pensamiento no son intercambiables. El lenguaje filosófico ejerce una violencia sobre el lenguaje como tal, es una reinvención constante de éste, pues las palabras actúan sobre nuestro entendimiento y estas "constantes de la vida humana" no existen en ninguna parte.
"No es más razonable conceder más interés a las discusiones sobre la democracia y sus formas, que las que tuvieron lugar, en la Edad Media, sobre el nominalismo y el realismo" (p.285). ¿Pero cómo sería posible no hacerlo? La filosofía es necesaria en cuanto gesta dentro de sí el puro acontecimiento de un nuevo universo, separado por un abismo de éste que se nos ha podrido. Es necesario un trabajo sobre nuestras percepciones y el modo en que las formulamos: un trabajo sobre nuestros conceptos. Y no, de ninguna manera lo consideramos un trabajo inútil. ¿En nombre de qué llevaríamos a cabo esta empresa? En nombre de la utopía, es decir, en nombre de un mundo donde los seres no sean aplastados cotidianamente.

LA REVOLUCIÓN NEGATIVA

Habría que mencionar que cuando Cioran escribe también tiene en mente una utopía. De hecho, una que bien podría caber dentro de nuestra propia definición: su sueño homeostático de una humanidad interte "reponsando en el Ser". Un camino corto y sin riesgos, no hay duda, pero ilusorio, pues el hombre en sí mismo es el nombre de un "desvío fundamental" (Žižek), la piel y la carne de un caos constitutivo. Con todo, hay un momento de verdad en el proyecto de Cioran que hay que asumir, ese que señala un grado cero absoluto, en el que en definitiva no hay nada, sino sólo horror infinito.
Fernando Savater, uno de los principales difusores en el mundo hispanohablante, señala que Cioran, al márgen de la filosofía, continúa pensando. Sin embargo, en este nuevo plan "fuera de", su discurso es, por su naturaleza misma, fatalmente neutralizado.
Por esta razón, Cioran no tiene, no puede tener, verdaderos lectores. Cualquier entusiasmo por él degenera necesariamente en una farsa repugnante. La suya es, una obra condenada."

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