Ociosos de clóset

Mi primer cuatrimestre en el Tec de Monterrey lo reprobé, dos veces me rechazaron en la Unam, en otra ocasión dimití en la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima y, dos años he perdido en la carrera de Letras Hispanoamericanas. En total son 48 meses tirados al carajo. Lo peor de todo es que sí leo. Al menos, me echo libro y medio a la semana (literatura, sobre todas las cosas) más el Diario de Colima, el Ecos de la Costa y La Jornada cuando el tiempo es amable y paciente. De verdad. Leo muy lento pero sí lo hago. Tal vez la escuela no es lo mío. ¿Simplemente será eso? Ustedes dirán: "Este burguesillo barato es un güevón." Y alomejor sea cierto: mi apuesta es por el ocio. Y no estoy solo. Lo que sucede es que la sociedad actual impone su moral y nadie puede estar haciendo "nada" porque se le juzga y se le hace a un lado. "¿Pero cómo, flojo yo, si me parto el lomo todo el día?", argumentan unos. Debido a eso, nacen los ociosos de clóset. Casas de descanso, viajecitos a la playa, gimnasios, círculos de lectura, bricolajes en grupo, deportes de riesgo y otras naderías los justifican. En fin, no me digan burguesillo porque no lo soy. Mi opinión no vale todavía dentro de la burguesía estatal y menos la nacional y muchísimo tampoco la internacional como para que se me llame burgués. Nada valgo para ellos. Bien haríamos si aplaudimos a los estudiantes rechazados en la máxima casa de estudios, en el IPN y en la UAM, quienes hasta hoy, viernes 14 de agosto, llevan cuatro días en huelga de hambre y ya provocaron una manifestación en apoyo a su causa. Hasta la próxima.